Si existe un lugar de ensueño en la tierra, sería aquel que se ubica en esa delgada línea que separa el cielo, el campo, la laguna y el mar, un punto casi imposible en el horizonte donde la naturaleza logra una unión perfecta. En la localidad de José Ignacio, surge Estancia Vik, una iniciativa del desarrollador noruego Alex Vik, un “capricho” que pretende sostenerse con las doce habitaciones de este súper exclusivo hotel campestre.
El carácter especial de esta propuesta lo da la marca de dieciséis artistas uruguayos que intervinieron los diferentes ambientes con pinturas y esculturas. Clever Lara pintó el techo de la sala, donde también hay una escultura de Pablo Atchugarry. La capilla fue tratada como una joya por Carlos Musso y la reja lleva el sello de Marcelo Legrand. La sala de juegos fue intervenida por Roberto Piriz y José Pelayo, mientras que cada patio cuenta con esculturas de Águeda Dicancro, Ricardo Pascale, José Pelayo y Alejandro Turell.
Con un diseño estructurado en torno a cuatro patios interiores que conectan diferentes áreas de la habitación, cada espacio se identifica por colores, materiales y texturas.
Aquí, los patios tienen gran protagonismo e incluso sus suelos difieren: fueron diseñados siguiendo un orden cromático y utilizando materiales cuyas texturas y colores transmiten diferentes sensaciones, desde el césped hasta el ladrillo, la piedra o la madera.
El galpón de chapa tomó color de la mano del artista plástico Marcelo Legrand. Destaca aquí un fogón central con una enorme campana de acero sostenida por tensores. La piscina de uno de los patios interiores está construida en piedra negra con lucecitas que imitan la bóveda celeste y están programadas para brillar sutilmente. Está rodeada por un amplio solárium con arcos que permiten disfrutar de la vista al campo ya la laguna.
Las doce lujosas suites tienen entre 46 m2 y 85 m2, todas con amplias terrazas que permiten tener vistas espectaculares del paisaje, ya sea hacia el campo, la laguna o el arroyo que atraviesa la propiedad.
En la suite decorada por el pintor Carlos Musso se evoca al escritor uruguayo Felisberto Hernández, y los frescos representan personajes de sus cuentos. Musso interpretó el misterio de sus cuentos en clave voluptuosa y nocturna, con predominio de los azules y rojos intensos. El detalle marca la diferencia en esta habitación de José Ignacio, tratada con el mimo de una casa particular, aunque su destino es ofrecer un alojamiento como un sofisticado hotel: cada habitación es sencillamente única.
La edificación de Estancia Vik sigue el estilo colonial español, con sus 5000m2 ubicados en planta baja, y se distribuye según la disposición de cuatro patios: en dos de ellos, al norte y al sur, se ubica la entrada principal y la piscina. .
En los alas de la sala donde hay habitaciones, se pintaron las bóvedas de colores: azul para el ala oeste y amarillo para el ala este.
En una versión contemporánea de la arquitectura colonial española, con líneas más estilizadas y una decoración más depurada, el arquitecto Marcelo Daglio diseñó estas sugerentes bóvedas que recuerdan la serenidad de los monasterios. Desde allí se puede acceder a las habitaciones.
En los ambientes interiores se extrema esta preciosa pasión por dar a cada uno su identidad. Como ejemplos, la mesita de noche traída de Europa y la canasta con estrellas de mar de José Ignacio.
La columna de mármol de Pablo Atchugarry tiene un lugar protagónico en la sala y en el plano general, ya que se puede ver desde la entrada a la sala. Crédito: Santiago Ciuffo
En la sala, un friso de Clever Lara que representa paisajes uruguayos. Llamativas geodas de cuarzo y amatista juegan un papel decorativo.
El baño de la Suite Vik, realizado íntegramente en jacaranda de la India por los hermanos Leal, de Montevideo. Junto a él, el artista Eduardo Cardozo, trabajó directamente sobre las paredes, donde representó escenas del campo.
La calidad artesanal de los revestimientos y sanitarios les otorga un carácter distintivo que los diferencia de cualquier propuesta estandarizada.
El baño de la suite Cardozo, revestido con piezas recortadas de mármol. A su lado, la bañera de la Master Suite Daglio, realizada en madera de haya por artesanos uruguayos que se dedican a la elaboración de canoas, con el diseño y supervisión del Arquitecto Daglio.